Hace unos días recogí la cabeza de un toro que fue soltado por las calles de Villalpando (Zamora) y presentaba importantes daños en los pitones (la parte final del cuerno), al parecer, al toro dio bastante guerra a la hora de cargarlo en el camión para llevarlo de camino al matadero, y fue ahí donde acabó perdiendo más de 10 centímetros de pitón en cada cuerno.
Así es como recogí la cabeza, perdonad si alguien es aprensivo a la sangre, pero hay cosas que no se pueden explicar disfrazadas. Pues bien, como podéis observar, ambos pitones se encuentran dañados a consecuencia de los golpes que daría contra puertas y paredes.
Lógicamente, un destrozo así debe ser reparado, ya que si estos daños se los hubiera hecho durante el espectáculo podría plantearme el dejarlos tal cual, puesto que, al fin y al cabo, así sería como la gente lo recordaría la última vez que lo vieron.
Bueno, una vez valorados los desperfectos se quitan y liman todas aquellas astillas que se encuentran a punto de desprenderse, pero todas las que aún puedan aprovecharse se dejan en el cuerno. Tras esta primera limpieza se echa cola blanca entre todas las astillas del pitón y a continuación se presionan las unas contra las otras tal y como iban en el pitón. Para ello usamos cinta aislante bien tensa y forramos la punta del pitón. Al cabo de unas horas nos encontraremos con un pitón compacto pero astillado.
Así que el siguiente paso será reconstruir la parte del pitón que falta y darle su habitual textura. Para ello utilizo una masilla epóxica de dos componentes. Al mezclar ambos componentes de manera homogénea, la masa adquiere una textura semejante a la de la plastilina, de modo que se moldea el pitón intentando mantener la continuidad lógica del mismo, una vez seca la masa quedará dura como una piedra que podrás lijar para mejorar los posibles defectos que existan. Así que quedará algo parecido a esto:
Como podéis ver, el pitón ahora tiene el color de la masilla, de modo que nos queda la parte final que no es otra que la de pintar el pitón. Esta es la parte más complicada, ya que, con pinturas al óleo, se debe conseguir un color casi exacto al del pitón original para darle continuidad al añadido y que nadie pueda percibir el añadido. Recuerda, en este caso, el mejor trabajo es el que pasa desapercibido.
A la hora de pintar debes mezclar varios colores en las tonalidades que tenga el pitón y darle la textura necesaria a base de manchas de color. Así, finalmente, tendrás algo así:
Y una vez puestos los cuernos en el animal naturalizado resultará inapreciable el estado en el que se encontraban inicialmente los pitones.
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